«Los primeros números los hacíamos con una maquina de escribir y un sistema complicadísimo de fotocomposiciones y foto-mecánicas… ¡era un follón de la de Dios!»
El planeta vive una situación que parece extraída de una película ciencia-ficción. A día de hoy mantenerse por encima de la línea de flotación es casi un milagro náutico. Y, esta situación es especialmente delicada en el mundo de la cultura y en concreto del mundo editorial.
Este sector no se encuentra amenazado con especial hincapié en estos tiempos que corren, sino que ya vieron cómo se tambaleaban sus cimientos cuando el boom tecnológico fue relegando el papel a meras páginas hechas con ceros y unos. O, cómo la profesión de redactor se fue infravalorando por falsos escribanos que copaban las principales webs en internet.
En este panorama que acabamos de describir todavía hay esperanza, todavía quedan unos irreductibles editores que llevan desde 1987 editando una de las principales revistas de surf en España.
3sesenta es una referente dentro del surf nacional. Todos aquellos que empezaron a surfear en la década de los 80 y 90, y que esperaban ansiosos el día que llegaba al quiosco un nuevo número de la revista, devoraban las páginas viendo maniobras increíbles que en sus playas no existían, o no habían llegado, y se enteraban de destinos que ni es sus sueños imaginaban. Un puñado de páginas que te trasladaban a un escenario que solo hacía que creciesen dentro de uno las ganas de surfear e imitar lo que veías en aquellas hojas impresas.
Fundador de una de las revistas pioneras del surf en España, Javier Amezaga nos contó cómo surgió este proyecto que arrancó en 1987; «éramos tres socios; Borja Peñeñori, Jakue Andikoetxea y yo, que vimos como empezaban a entrar las revistas de surf aquí, en Europa. En aquel momento solo existían las revistas americanas; fue a finales de los 80s cuando empezaron salir revistas, primero en Sudamérica, en Brasil concretamente, y casi a la par aquí, en Europa; en Inglaterra y en España, que salimos prácticamente a la vez».
De alguna manera, estos pioneros vieron un nicho de mercado que como el propio Amezaga reconoce; «era un poco dar forma a la industria floreciente del surf. La propia industria necesitaba dar salida a sus productos y eso era fundamentalmente a través de la imagen, o sea, a través de las revistas. Así salimos, con una ayuda del gobierno vasco, poniendo dinero cada uno de nosotros y tirando para adelante».
Nuestra charla con Amezaga es por teléfono, pero, se puede intuir la sonrisa con la que nos habla de cómo cambiaron los tiempos hasta día de hoy; «los primeros números los hacíamos con una maquina de escribir y un sistema complicadísimo de fotocomposiciones y foto-mecánicas; todavía usábamos las fotografías analógicas, las diapositivas para realizar las ampliaciones… ¡era un follón de la de Dios… jajajaja!».
Como en todo, y pese al romanticismo que se esconde a veces en lo de antaño, es innegable las mejoras que vinieron con el avance digital; «la primera gran mejora con los avances tecnológicos la notamos con la autoedición. No tener que andar con un cartabón y maquinas de escribir fue un gran paso. Luego, empezamos con los ordenadores, los Macintosh, que tenían una capacidad para poder auto-editar bastante buena. Todo esto fue avanzando muy rápido y nosotros nos fuimos acoplando a ello aunque viniésemos del mundo analógico» explica el veterano editor.
Con la entrada en el mundo digital todo se hizo más sencillo, pero, como el propio Amezaga reconoce; «la competencia también se hizo más brutal, competencia entre revistas, entre fotógrafos… y, luego llegó la revolución más importante de todas… ¡internet y las redes sociales! que han dejado todo este mundo del papel un poco de lado. De hecho, se han cargado la mayoría de las revistas de todo tipo, la última en caer ha sido una como Surfer Magazine».
Amezaga también nos desveló el secreto para mantener la mítica revista durante tantos años en la cima; «nosotros lo que fuimos haciendo y, con ventaja a otras revistas, es que teníamos una infraestructura muy pequeña, podíamos ajustarnos el cinturón muchísimo. Al mismo tiempo, también nos dimos cuenta que había que ir diversificando; un producto solo para los amantes del papel y por otro lado nos centrarse en las redes sociales. A partir de ahí adaptamos nuestra forma de comunicar y separamos los contenidos para web, para redes sociales o para papel. Al final nos hemos ido adaptando cómo hemos podido y hemos sobrevivido… ¡ahora hacemos que también sobreviva el papel que es nuestro sello de identidad!».