«Por aquel entonces no disparabas con la alegría de hoy en día, porque cada foto costaba dinero»
Antón Carús es un fotógrafo de lo que llamaríamos la “vieja escuela” con casi 40 años de experiencia, empezó a retratar surf a principios de los 80s, para el «la fotografía siempre ha sido un hobby y nunca he vivido de ella».
Y, aunque nunca haya vivido de la fotografía, Antón puede presumir de haber estado publicado en la mayoría de revistas de surf nacionales y en alguna extranjera. Además, colaboró en Surfing the Basque Country, Javier Amezaga, un libro que escribió sobre la historia del surfing vasco desde los años 60s hasta hoy en día y en el que se le reconoce como uno de los primeros fotógrafos de surf.
- Con él hemos querido hablar y conocer su historia de primera mano; Antón, ¿qué particularidades tiene este tipo de fotografía como es la del surf?
La fotografía de surf, además de fotografiar a un deportista, estás fotografiando un fenómeno natural que son las olas y estas últimas dan mucho juego, por lo que varían de una jornada a otra. Unas veces el protagonista es el surfista y otras veces el protagonismo se lo lleva la ola, sobre todo en los días grandes.
- ¿Por qué te acercaste a este tipo de fotografía hace tantos años ya?
Yo fui uno de los pioneros fabricando tablas de surf en Euskadi, empecé experimentando por mi cuenta cortando las primeras tablas de windsurf y acabé dedicándome a ello durante 15 años de mi juventud. El primer taller donde trabajé fue en Bakio, en Banana Custom en 1981 donde llegamos a tener shapeando a Tom Parrish, que fue el inventor del single pintail y hacía las tablas para Gerry López, Mark Richards y muchos pros de aquellos años. La fabricación de tablas fue lo que me inició en la fotografía de surfing, al principio iba por los riders del equipo y acabé fotografiando a todo el mundo, en aquella época apenas había fotógrafos y la gente era agradecida cuando los fotografiabas.
- Y ¿qué técnicas tiene esta fotografía que la diferencia del resto?
A diferencia de otros deportes, como he dicho anteriormente, se trata de una actividad deportiva sobre un fenómeno natural y el escenario es muy variable. No tiene una técnica muy diferente a otros deportes, yo normalmente disparo con velocidades altas, busco la mejor perspectiva y quizás lo más importante sea conocer el surfing. Yo cuando sigo al surfista en el visor, sé cuándo va a hacer un carving o se está preparando para un aéreo, creo que esta intuición de la maniobra nos diferencia del fotógrafo esporádico. Los días que esta grande doy preferencia a la ola, son tomas más abiertas buscando la majestuosidad de la ola y cuando está pequeño me gusta sacar al surfista en encuadres muy cercanos y que reflejen el estilo del surfista.
- ¿Qué te aporta este trabajo tan creativo y en plena naturaleza?
A mí me permite disfrutar de dos de mis hobbys que son la fotografía y el surf al mismo tiempo, además en un entorno espectacular como es la isla de Lanzarote, por su luz y la claridad de sus aguas. Pero sobre todo, a mis 65 años recién cumplidos, me hace sentirme parte de la familia surfista canaria y me contagian de su juventud, con ellos comparto los prolegómenos de la sesión o las charlas al final del baño.
- ¿Cuál es la diferencia entre foto de acción de agua y foto de acción desde tierra?
Yo siempre he disparado desde tierra, aquí tenemos una situación más cómoda, pero estamos más limitados en cercanía y perspectivas. En el agua, además del esfuerzo físico, hay que saber colocarse y estar pendiente en todo momento del surfista y de la ola para que no te cacen ninguno de los dos. A cambio, puedes acceder a tomas muy cercanas, las mejores perspectivas y las fotos más espectaculares en la mayoría de los casos.
- Tienes un gran bagaje detrás y has vivido muchos cambios en la fotografía, pero, actualmente, con las redes sociales y el fácil acceso a una cámara. ¿cómo ha afectado a esta profesión?
El gran cambio llegó primero con la fotografía digital y al poco tiempo, Internet y las redes sociales. En mi época, la fotografía analógica era un hobby caro y en aquellos años, prácticamente nadie salía a la calle como hoy en día con una cámara. Solo conocían tus fotos los de tu entorno o alguna vez que te publicaban algo en alguna revista y tenías más difusión. Yo disparaba con diapositivas, me movía normalmente con la tribu que surfeaba en Bakio y Mundaka, y cuando tenía material para hacer una buena proyección, juntaba a la gente en el Club Kiroleta de Bakio y enseñaba mi trabajo.
Hoy en día está todo masificado y lo más normal es que te encuentres con muchos fotógrafos en cualquier sesión de surf. Las redes sociales han servido para que nazcan miles de fotógrafos y sean el escaparate donde enseñar nuestras fotos a todo el mundo. Ahora es más difícil tener unas fotos exclusivas y también las revistas clásicas están desapareciendo, estamos bombardeados de fotos y vídeos y cada vez cuesta más destacar o tener algo exclusivo, salvo baños con pros o en entornos más secretos, viajes… que puedan llamar la atención de la gente.